La noche encrespó sus cejas.
La noche afiló sus pestañas.
La noche onduló sus cabellos.
Su cita era en el encuentro
de la luna y las montañas
entre espadas de luz
y lluvia de nubes.
Su cita era con los dioses
que han abierto los ojos de los sin nombre
entre las implosiones de los no videntes.
Y entre las mesas de las montañas
bebiendo las oscuridades
sentenciaron a los nigromantes
de blancas capuchas
a vivir en el recinto del poeta
y a sus duendes de manto negro
a cantar con las bocas de los músicos.
Y la noche haciendo parpadear su piel
y abrazando los dioses
recitó el cúmplase
al pintor de las claridades.
Y la noche se alienó
en los brazos del unicornio
que la alzó frente a sus ojos.
En La Aventura del Espectáculo, 1991
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