FRONTERA SUR

Arrullaste entero el firmamento, de Pedro Antonio Araya

(Valdivia, 1969)















Ciego del sello dulce en las bocas
deshielando recién su corpiño entrelazado
par
ciegos y par
estallido fuimos a ser entre las sábanas
saliendo algo pasó temblando su bruma su huidizo
sexo por nosotros
y llegamos al mar al final del mar
de fulgir el cuero aleccionado contra el mundo
silenciotendidos
creímos ver una gran lágrima que nos tragaba
por pródigos y dimos en acuerdo el nos
porque entonces ya no seguíamos a nada ni a nadie
queríamos devueltas las preguntas
y aquello era pura pasión
puro aún
honrados decidimos descorchar las pocas botellas
que trajimos para beber
por la suerte de los diluvios y las de historias
que se escucharían hasta entrada la noche en los boliches
del sur y hasta nos dijimos diluvio un poco (había querido orinar
sobre los fascinantes monumentos
lejos crujían otros días te dije quizás más hermosamente
-cambiémonos- agarramos maletas y todo) en eso acordándonos
del tú y yo sacando el caído mármol de las faldas
de los cafés de Berlín y sus hermosas y tristes mujeres
amados vencidos dimos a la ganancia dos orquídeas
y todo parecía ser como en la niñez armados de
juego y orquídeas para los muertos juego y rosas
para los enamorados risas sin risas y mirar el cielo por pastos
y tú agarraste el chal que tu abuela te había tejido
aún en el regazo arrullaste entero el firmamento era un canto
encendido lo arrullaste entre los senos llegando casi a las aguas destapados de blancos y lo soltaste para que volara y como la vida repitiéndonos
el morir la belleza y su resurrección fuimos
por otro diafragma a morir
dormir tal entonces vez soñar
largo viendo en ello creí decirte algo así como la alegría.









Fotografía: Raymond Depardon, 1948






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