FRONTERA SUR

Ella que envejeció escribiendo, de Juan Huenuan

(Temuco, 1977)








Tu falda subiste como ciega abandonada a los sentidos.
El templo a las piedras, escucharon decir
y enseguida lo atoraste con monedas.
Ya no hay tres días para alzarlo como témpano,
ni suficiente escarcha en los recuerdos de la tribu.

Aún mayor,
proscrita lanza fuiste.
Saciaste las bóvedas del emporio.

Renunciaste a ver con ambos ojos el espectro
y ciertas veces,
con un rezo silenciaste otras voces.
Ahora se te ha visto interrogando tronos,
ellos, sepultureros de castas y coronas.
La leche que bebiste con sandalias y túnicas
son laureles atados a la sien de tus estertores.

Aún mayor,
opio jugando en la cavidad de los egos.

¿Ya no hay venas que puedas desangrar
hasta bautizar un estandarte en los suburbios?
Proscrita lanza fuiste
cuando la vocación no era de máscara
o adorno durmiente del muro.
A veces fuego,
cansada de ser fuego en la vanguardia.








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