FRONTERA SUR

Dos poemas de Anne Chapman

(Estados Unidos, 1922 - París, junio de 2010)



En memoria de Ángela





Hará un año mañana que Ángela Loij murió.
Mañana, un año.
Un ciclo solar completo.
¿Y después?
Después el espacio sin tiempo.
Tiempo sin tiempo de años.
A partir de mañana no puedo imaginar.
“ Hace un año, hoy…” ella estaba sentada a la mesa,
en su casa hecha de madera a la orilla del pueblo,
mirando hacia afuera, al viento que azotaba,
hacia la playa de cantos rodados, a alguien que pasaba.
“Hace un año hoy…” a eso del mediodía
caminaba por la calle, la calle ancha de tierra
para hacer sus compras.
“Hace un año, hoy…” la oí llamarme “Anita”,
mi nombre en castellano.

Fue la última de su pueblo.
La última de un pueblo alto y fuerte.
Llevaban largo el pelo.
Vestían pieles de animales.
Las mujeres recogían bayas púrpuras.
Los hombres cazaban con arcos largos.
Ellos que cantaron al amanecer rojizo del invierno.

Si yo pudiera ahondar el espacio insondable,
quizá podría ver el tiempo.
Tiempo en que plañían a sus muertos
mientras jugaban con sus niños.
Los niños no hacen duelo.
El tiempo de la vida nace del tiempo de la muerte.
Pero ahora ella y todo su pueblo están más allá del tiempo.
Tiempo más allá del choque de las grandes mareas
que golpean contra los acantilados de su isla.
Tiempo más allá de las noches estrelladas de esa tierra
donde América se hunde en el mar polar del sur.
Tiempo más allá del estallido original,
cuando vapores se solidifican
y se transforman en la Tierra.
Tiempo más allá de los orígenes de las galaxias conocidas
o ignoradas.
Tiempo sin existencia, es más allá del tiempo.

Ángela era su nombre en castellano.
Ángela, femenino de ángel.
El misterio quizá está en el nombre,
en el nombrar,
en el hablar,
en el lenguaje.
Loij era su nombre selk’nam.
Era el nombre de su padre.
No tenía significado, me dijo.
“Es sólo un nombre, un nombre antiguo”
El significado se perdió.
Pero no la palabra.

Tiempo más allá del antiguo nombre indio – Loij.
Tiempo más allá de todo lo que se nombró y se habló,
de todo lo que nombramos y hablamos,
Hoy, mañana, y un año después.
Tiempo cuando asesinamos a su pueblo.
Tiempo de codicia y odio,
de pías voces detrás de balas de acero
que desgarran la carne y desangran el corazón
hasta que deja de latir.
Tiempo cuando los hombres blancos matan a otros
y a sí mismos.
Tiempo de terror blanco cuando la poesía tiene que increpar
para ser verdad.
Tiempo que avanza envolviendo el espacio de todo lo que es,
fue y será.
Tiempo que está en nosotros y más allá de nosotros.
Ese tiempo, Ángela Loij y su pueblo lo conocieron.
Hará un año mañana que Ángela se transformó
En el tiempo más allá, que está en nosotros.







En memoria de Kiepja





Siempre que miro la luna veo la cara de Kiepja.
Kiepja la más anciana de los últimos selk’nam.
Aquellos que desaparecieron o murieron
o que fueron matados hace ya cien años
en Tierra del Fuego.

La oigo cantando a la luna, “Kreeh”,
imitando el llamado del águila
mientras su espíritu se eleva en la noche
para rendir homenaje a la luna.

Luna la potente, temible matriarca
vencida por los hombres, aliados del Sol.

Derribada, golpeada por el Sol, huyó al nocturnal vacío.

Luna aliada de las mujeres.
Luna temperamental, estéril por falta de hombres.
Luna furiosa y vengativa en eclipse.
Luna menguante, humilde y fugitiva
delineando sus oceánicos confines.
Luna creciente, preñada con la fuerza de cósmica gravitación
dueña de las turbulentas mareas.
Luna llena de la gloriosa hermosura de los cielos nocturnos
empapando la Tierra con su suave, apaciguante resplandor.
Luna retirándose a su secreta morada
sólo para reaparecer súbitamente
como una delgada, furtiva insinuación.

Kiepja, cuya vida fue semejante, tan semejante,
al ciclo de la luna;
tímida, creciendo en pasión,
llena de impulso magnético, deseo e intelecto
entonces lentamente decreciendo
aunque siempre en simétrica armonía.




En Culturas Tradicionales – Patagonia:
Fin de un mundo, los selknam de Tierra del Fuego, 2002




(Traducción de Ana Montes
Fotografías de A. Chapman)











1 comentario:

Unknown dijo...

Poema tan realista, hermoso, simple, sublime, que logra tocar aquella fibra del corazón que nos cuesta tanto conectar cuando se habla de la agonía muerte y violación de nuestros pueblos originarios...