Más Calderones no hay que aquel gran Peyo
que hiciera del teatro poesía,
por más que algunas bocas de sandía
confundan quilineja con cabello.
que a otro harrón marco con gran porfía,
harrita que no sabe de agua fría
y si sale de allí no da resuello.
se aletran negramente los calderos.
En un mundo de paras y de peros
Son hartos y calderos alabados
y en su propia negrura perdonados.
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