Con amor a Natalia.
Desafiando a Oscar Hahn.
Silba que te silba corre el autobús,
Corre que te corre la marea azul, blanca y rojiza.
Es la gente que no entiende, que no sabe, no comprende,
Que a la hora en que sus dedos enroscan lagañas y monedas,
Tempranito y somnoliento el sol y el perro,
Yo y ella, juntamente, cambiamos de dirección,
Con un halo entre sueños que nos cambia la voz,
Que nos acurruca la noche en medio de la jornada de ocho veces
sesenta minutos diarios,
Y deja descansar de nuestros sueños
Hasta las uñas de los dedos meñiques de nuestros pies izquierdos,
Ambos hacia una misma coordenada,
Solito el mundo en su carrera hacia lo inepto,
Y nosotros babeándonos la espalda,
Durmiendo a piececitos sueltos,
Niñitos y vagabundos,
Revoloteando por donde nunca podrán encontrarnos.
En Revista Cyber Humanitatis nº 32, 2004.
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