primeras rosas para ti, surges como antaño, montada
en tu caballo:
jugando con los perros, haciéndome señas desde el
puente.
Entonces, es grato recordar, cómo perseguíamos
luciérnagas, o nos tendíamos juntos al borde de las
tardes soñadas.
Ah! Pero cuánta sombra nos persigue desde entonces...
Los días antiguos del verano, se detienen
contemplándonos; mientras a lo lejos el río susurra su
canción de siempre, y por el mismo camino regresan al
pueblo las carretas.
Hoy es domingo. El cielo está muy azul. Yo recorro los
mismos senderos llamándote de colina a colina.
Pero el olvido, es una vieja bruja que te oculta; y sólo el
viento recoge mis palabras vacías para siempre.
A veces, te diviso bajo los castaños, leyendo tus viejas
revistas, y hojeando mis cuadernos de estudiante,
y es entonces cuando despiertan tus palabras olvidadas.
ovejas junto a los corrales.
Pero ahora tú estás lejos, o has partido. Y yo estoy triste,
Pero es inútil. Y sólo malezas crecen junto al jardín
abandonado en que una tarde cogí flores para ti.
Y tú ya no estás. Y todo es cierto, como que ahora te
escribo tendido sobre el pasto, llorando...
The woodman's daughter, 1851.
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