destruirse ante el infierno de una
negación.
Sin jugar a los encubrimientos:
yo ahora escribo
desde la ruina.
Porque mi mano aventuró
otro tacto que me supo a vida nueva
y no fue sino solo un enigma de la
fueron faustas
porque no habrá pérdida de conciencia
tan cercana a la continuidad
como la venida tras libar el alcohol
y si creí en algo extraterreno
fue para pedir
la vigésima quinta hora donde habitar con
esa sombra
perros.
Era también parte del encantamiento
un ir en otro roles, pero cuando ahora
por ti me sale un aullar por la carne,
me pudro en esta condición
y soy un perro cuya hambre
chillara.
Gozamos en ese rin sin importar quien
gobernara
porque la ecuación dominante dominado
en el tálamo no era oposición
mi mano palmotea torpe en la incerteza,
da secretos golpes contra sí,
como un reflejo que subsiste,
como un eco que persiste más allá de la
existencia de un grito,
como un placebo
de tales elementos se constituye la
realidad,
pero desde mi voz
sufro el daltonismo del abandono
y el tanto peor espasmo de la ceguera.
una materia deshonesta que se quiere
dignar de sí,
pero que es analfabeta
y sé que no oyes
porque este aúllo se ha vuelto
imperceptible
encerrado en su intensidad
como una secreta estrella
que muere virgen
en la víspera de su hoyo negro.
En revista Litterae nº14, 2008
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