Hace mucho tiempo
tú y yo adorábamos el sol
hasta que en el fondo del patio
creció un oscuro árbol
que ni tú ni yo reconocimos.
Y pasó aquel tiempo:
la época en que éramos felices.
Vino el día en que olvidamos nuestros nombres
y una niebla disolvió nuestra costumbre de mirarnos.
Mas de pronto, una tarde te vi
en el fondo del patio
bajo la sombra del árbol sin nombre
en brazos de un desconocido
que hundía sus manos en la oscuridad de
tus cabellos.
Entonces corrí hacia ti
y te llamé.
Pero tú escondiste la cara entre las sombras,
y reclinaste tu cabeza dulcemente
en mi desdicha.
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