María de los coigües, las moras, las avellanas;
Alegre como las flores, inocente como el agua;
Viene bajando, bajando, del lomo de la montaña
Trayendo, sobre su espalda, un lío de leña aromada.
Viene bajando, bajando, por entre piedras y peñas,
Sus anchos pies van dejando tras de sí, aromadas huellas:
Del tomillo, del poleo, la menta y el toronjil
Que crece en el caminito por donde baja la niña.
Ella subió a la montaña cuando el alba se anunciaba
Llevando prendidas al talle las estrellas rezagadas.
Las trenzas le caen suetas al viento de la mañana
Y el sol las besa y coloca con su caricia dorada;
Su pollera es una copla de colores en el aire,
Que se pliega, que se ondula, y que se aprieta a su talle.
Una tonada sencilla, traslúcida como el agua
Les brota dulce, muy dulce, de su morena garganta.
María viene bajando de la montaña a su casa
Y trae colgando a la espalda, un lío de leña aromada.
Alegre como las flores, inocente como el agua;
Viene bajando, bajando, del lomo de la montaña
Trayendo, sobre su espalda, un lío de leña aromada.
Viene bajando, bajando, por entre piedras y peñas,
Sus anchos pies van dejando tras de sí, aromadas huellas:
Del tomillo, del poleo, la menta y el toronjil
Que crece en el caminito por donde baja la niña.
Ella subió a la montaña cuando el alba se anunciaba
Llevando prendidas al talle las estrellas rezagadas.
Las trenzas le caen suetas al viento de la mañana
Y el sol las besa y coloca con su caricia dorada;
Su pollera es una copla de colores en el aire,
Que se pliega, que se ondula, y que se aprieta a su talle.
Una tonada sencilla, traslúcida como el agua
Les brota dulce, muy dulce, de su morena garganta.
María viene bajando de la montaña a su casa
Y trae colgando a la espalda, un lío de leña aromada.
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